Comentario
Cómo trató Cortés la conversión de los indios
Siempre que Cortés entraba en algún pueblo, d
errocaba los ídolos y prohibía el sacrificio de hombres, por quitar la ofensa de Dios e injuria del prójimo, y con las primeras cartas y dinero que envió al Emperador después que ganó a México, pidió obispos, clérigos y frailes para predicar y convertir a los indios a su majestad y Consejo de Indias. Despues escribió a fray Francisco de los Ángeles, del linaje de Quiñones, general de los franciscanos, que le enviase frailes para la conversión y que les haría dar los diezmos de aquella tierra; y él le envió doce frailes con fray Martín de Valencia de Don Juan, provincial de San Gabriel, varón muy santo y que hizo milagros. Escribió lo mismo a fray García de Loaisa, general de los dominicos, el cual no se los envió hasta el año 26, que fue fray Tomás Ortiz con doce compañeros. Tardaban en ir los obispos, e iban pocos clérigos; por lo cual, y porque le parecía lo más procedente, volvió a suplicar al Emperador le enviase muchos frailes, que hiciesen monasterios y atendiesen a la conversión y llevasen los diezmos; empero su majestad no quiso, siendo mejor aconsejado, pedirlo al Papa, que ni lo hiciera ni convenía hacerlo. Llegó a México en el año 24 fray Martín de Valencia con doce compañeros, como vicario del Papa. Les hizo Cortés grandes regalos, servicios y acatamiento. No les hablaba una vez siquiera sino con la gorra en la mano y la rodilla en el suelo, y les besaba el hábito, para dar ejemplo a los indios que se habían de volver cristianos, y porque de suyo les era devoto y humilde. Maravilláronse mucho los indios de que se humillase tanto el que ellos adoraban; y así, le tuvieron siempre en gran reverencia. Dijo a los españoles que honrasen mucho a los frailes, especialmente los que tenían indios de cristianar, lo cual hicieron con grandes limosnas, para redimir sus pecados; aunque algunos le dijeron cómo hacía por quien los destruyese cuando se viesen en su reino; palabras que después recordó muchas veces. Llegados, pues, que fueron aquellos frailes, se avivó la conversión, derribando los ídolos; y como había muchos clérigos y otros frailes en los pueblos encomendados, según Cortés mandara, se hacía grandísimo fruto en predicar, bautizar y casar. Hubo dificultad en saber con cuál de las mujeres que cada uno tenía se debían de velar los que, bautizados, se casaban a puertas de iglesia, según tiene por costumbre la santa madre Iglesia; pues, o no lo sabían ellos decir, o los nuestros entender; y así, juntó Cortés aquel mismo año 24 un sínodo os que fue el primero de Indias, para tratar de aquel y otros casos. Hubo en él treinta hombres: seis de ellos eran letrados, mas legos, y entre ellos Cortés; cinco clérigos y diecinueve frailes. Presidió fray Martín como vicario del Papa. Declararon que por entonces casasen con la que quisiesen, pues no se sabían los ritos de sus matrimonios.